En su origen, el programa “Philosophy for Children” se proponía, ni más ni menos, que los niños hicieran filosofía desde las edades más tempranas, desarrollando en el aula, concebida como una comunidad de investigación, un amplio conjunto de habilidades de pensamiento. Para ello, un elemento muy importante era la puesta en práctica de recursos lógicos vinculados a la capacidad de argumentación. Ann Sharp puso un énfasis especial en un detalle muy importante para los propósitos del programa: no sólo se trataba de ayudar a los niños a desarrollar un pensamiento crítico y creativo, sino también cuidadoso. Como señala otra compañera, Carmen Loureiro, dentro del programa que Lipman y Sharp nos han legado, todo empezó a encajar: teoría y práctica; pensamiento, sentimiento y acción; texto y contexto; individuo y sociedad; biología y cultura; arte y filosofía…vida y muerte.